viernes, 27 de septiembre de 2013

Especias con sabor a vida

El mundo de las especias es maravilloso, enigmático e incluso mágico. Las especias llenan nuestros platos de sabor y nuestra vida de color. Nos ayudan en las digestiones, son medicinales y dan mucho juego en la cocina.

Pero personalmente hay una especia que para mí es la reina de todas ellas. Sobresale de entre las demás por su sabor, por su color, por su aroma inconfundible. Ésta es la canela. Si la vida tuviese un sabor yo creo que sería a canela. No hay nada más que mirar el último post y este. Dos recetas con canela, 2x1 en el mismo blog y con una semana de diferencia, ¡oiga!

Hoy os dejo un riquísimos bizcocho de canela y manzana que si hacéis no os defraudará. La manzana en su interior se cocina mientras el bizcocho se hornea dando un toque extra de jugosidad. Es un bizcocho muy esponjoso y espectacular en sabor.

Ingredientes:
3 huevos
250gr. de harina
1 cucharadita de canela
1 manzana
1 sobre de levadura
1 vaso de aceite vegetal
200gr. de azúcar

Elaboración:
En un bol batimos los huevos, el azúcar y el aceite hasta que la mezcla coja consistencia y blanquee. En otro recipiente mezclamos la harina, la levadura y la canela juntas y las vamos añadiendo poco a poco al bol de los huevos tamizando con la ayuda de un colador.

Tras esto, pelamos la manzana y la cortamos en dado pequeños que incorporamos a la mezcla y removemos todo con movimientos envolventes y suaves.


Por último sólo queda engrasar y enharinar el molde donde vayamos a hacer el bizcocho, vertemos la mezcla en éste y horneamos a 180ºC hasta que introduzcamos un palito y éste no salga manchado.

*Disculpadme que no haya acompañado la receta con ninguna foto de este bizcocho, pero figuradamente ¡voló!

sábado, 21 de septiembre de 2013

¡Viva Suecia!

¡Ay Suecia! Cuánto nos has dado al resto de europeos… De ti hemos aprendido las canciones de ABBA, hemos visto renos, hemos bebido el Aboslut IceBar, hemos probado tu comida ciertamente asquerosa y tu pescado podrido, pero también hemos disfrutado con tu maravillosa repostería y panadería.

Nunca he hablado de mi teoría gastronómica y lo voy a hacer ahora. Yo tengo la teoría de que en el hemisferio norte, y más concretamente en Europa, cuanto más al norte subimos la repostería va mejorando. Es decir, la calidad de la repostería es proporcional a la cantidad de kilómetros que subimos.

Y es que no hay dulce sueco más conocido que los “kanelbullar”, también conocido en la lengua de Don Quijote como “rollitos de canela”. IKEA ayudó a que en España se conociese este famoso dulce ya sea en forma lista para comer o congelada para hacerlos en el horno.


Su forma en espiral hipnótica, su olor a canela y su textura suave y esponjosa casi hojaldrada en su versión inglesa hace de este dulce un manjar que muy poca gente se resistir a comer (sólo los alérgicos a la canela y personas obsesionadas con el gimnasio). Por esta razón, hoy os traigo esta receta. También he decir que el ver en Instagram una foto de los “kanelbullar” de un tuitero me dio la idea de volver hacer este dulce ya que hacía años que no lo había vuelto a elaborar.

Cuando lo probéis solo podréis decir una cosa entre balbuceos y con la boca llena: ¡Viva Suecia!


Ingredientes:
500gr. de harina de fuerza
25gr. de levadura fresca/de panadero
250ml. de leche
75gr. de mantequilla
50gr. de azúcar
1 cucharadita de sal

Manteca, azúcar, canela (no utilicé cantidades exactas)

Elaboración:
Comenzando mezclando en un bol la harina, el azúcar y la sal. Por otro lado calentamos la leche a unos 37ºC (caliente pero que no llegue a quemar) y una vez que esté lista añadimos la levadura y la deshacemos en la leche. Tras esto añadimos a la mezcla de la harina la leche con la leche y la mantequilla en pomada. Con una cuchara de madera amasamos hasta que los ingredientes se unan. Pasamos la masa a una superficie enharinada y con la ayuda de más harina amasamos bien hasta que consigamos una masa lisa. Le damos forma de bola y la introducimos en el bol tapada con un film transparente o un trapo y la dejamos reposar hasta que doble o triplique su tamaño (2 ó 3 horas).

Pasado este tiempo volvemos amasar en una superficie enharinada sacando el aire que se ha formado en el interior de la masa. Después os recomiendo dividir la masa en dos para que sea más fácil manejarla. Con un rodillo estiramos la masa hasta formas un rectángulo de menos de 1cm. de grosor. Con la masa una vez estirada, cogemos una cucharada de manteca y con las manos vamos untándola por toda la superficie de la masa. Con el calor de las manos la manteca se irá derritiendo y será más fácil de usar. Debemos de proporcionar a la masa una capa generosa de manteca. No sé deciros las cantidades porque yo lo hice a ojo. Si hace falta más manteca cogemos otra cucharada y la untamos. A continuación cubrimos toda la superficie con azúcar y canela.

Tras esto, empezamos a enrollar la masa. Primero desde el lado más ancho formando un rollo. Lo único que queda ya por hacer es cortar la masa. En las fotos que os muestro muestran las dos formas en las que yo la corté. En rollitos o en cuadrados.





Colocamos las porciones en una bandeja de horno con papel apto para éste, pintamos cada rollo con huevo y con el horno bien precalentando introducimos la bandeja a unos 160ºC hasta que estén dorados. Dejamos enfriar.























viernes, 13 de septiembre de 2013

¿Pan con pan, comida de tontos?

Alimento primitivo, alimento básico o de primera necesidad, pan… Llamadlo como queráis pero es un alimento que está demasiado infravalorado en la actualidad. Para mí elaborar pan es una de las recetas más difíciles que existen.


El pan ha pasado de ser un alimento sagrado en las sociedades paleocristianas a ser simplemente un acompañamiento de nuestros platos. O también eso conocido como “con lo que se empuja la comida”. El pan es un alimento lleno de sabor y textura que varía dependiendo de sus ingredientes y forma por lo que cada variedad de pan casa mejor o peor dependiendo del plato con lo que se acompañe. Igual que un vino no queda a la sombra de un plato el pan tampoco puede menospreciarse.

Desde siempre la receta para elaborar pan me ha parecido muy fácil. Es una receta que se puede hacer con tres ingredientes básicos: harina, agua y levadura. Sin embargo, no fue hasta el momento exacto en el que me puse a llevar a cabo la preparación de un pan cuando me di cuenta de lo complicado que es. Y es que entran en juego muchos factores: el tipo de harina que uses, la levadura, el tiempo de fermentación, la humedad, la temperatura, los ingredientes que se añaden…

Pero a pesar de todo ello, el pan es una receta que a la hora de consumirla se puede disfrutar en una diversidad inmensa de maneras. Puede hacerse en tostadas con aceite o mantequilla y mermelada, en las comidas, en bocadillos, sandwiches, croutons, etc. 

Esta receta que os dejo hoy es para hacer un pan básico, blanco, al que podéis añadir los ingredientes que más os gusten. En mi caso yo a uno le añadí frutos secos. éste es exquisito en tostadas con aceite. 



Ingredientes:

500 gr. de harina
300 ml. de agua templada
1 cucharadita de sal
1 cucharadita de azúcar
15 gr. de levadura de panadero

Elaboración:

En un bol mezclamos la harina, la sal y el azúcar y lo integramos todo bien. Añadimos la levadura en los 100 ml. del agua que teníamos, la disolvemos bien y la añadimos a la harina. Mezclamos todo y vamos añadiendo poco a poco el agua restante. Puede darse la posibilidad de que no tengamos que utilizar toda el agua, de hecho seguro que sobra.

Después de que hayamos amasado con las manos, volcamos todo en una superficie enharinada y trabajamos la masa entre 5 y 10 minutos hasta que tengamos una masa suave.  Hacemos una bola y la colocamos en el bol tapada con un trapo dejándola que repose y doble su volumen durante al menos 1 hora en un lugar templado. No muy frío porque si no no subirá el pan. Pasado este tiempo volvemos a trabajar un poco la masa.

Es en este punto en el que podemos dividir la masa para hacer dos panes, o hacer uno solo, o añadir cualquier ingrediente que queramos a la masa. Yo, por ejemplo, hice uno con la masa simple y sin añadir nada y otro con frutos secos como nueces, almendras y avellanas. Una vez que tengamos las distintas masas les damos forma, le hacemos unos cortes no demasiado profundos y los colocamos en una bandeja. Hay que tener dos cosas en cuenta: la primera es que hay que volver a dejar la masa reposar durante 1 hora antes de meterla al horno por lo que la levadura actuará y la masa subirá y la segunda cosa a tener en cuenta es que en el horno aumentará de tamaño aún más. Por lo tanto, hay que dejar suficiente espacio entre una masa y otra para que al elevar no se peguen.

Encendemos el horno a 200Cº, dejamos que se caliente y cuando vayamos a meter el pan bajamos a 180Cº. Dejamos el pan cocer hasta que veamos que coge un color dorado. 




sábado, 7 de septiembre de 2013

Recuerdos

Conforme uno va cumpliendo años y haciéndose cada vez mayor es cierto que cualidades propias de la juventud se van perdiendo. Pero en cambio hay algunos sentidos que se agudizan con el paso del tiempo y éste es el caso del sentido del gusto.

Cuando somos niños no toleramos el sabor de algunas verduras, cremas, y cuando llegamos a la adolescencia parece que desarrollamos un gusto exquisito por alimentos poco saludables como hamburguesas, fritos, etc. Pero cuando pasamos la barrera de los 20 se desarrollan gustos por alimentos que anteriormente no soportábamos y a la vez se despiertan en nosotros recuerdos y sabores que nos recuerdan a la niñez con tan solo llevarnos a la boca un bocado de algo. Al igual que pasa con los olores.

Por eso, ¿qué bocado os recuerda y os teletransporta a vuestra infancia? ¿El mío? Una galleta. No hay nada más trivial y que me recuerde a mi infancia que unas galletas mojadas en un vaso de leche. Os doy la opción de un café con leche también ya que somos mayores.

La receta que os dejo hoy fue mi desayuno de esta semana pasada, unas galletas de muesli ricas en sabor y cereales para llenarnos de energía. Además, éstas no llevan mantequilla por lo que "en cierta medida" cuidamos la figura.



Ingredientes:
230 gr. de muesli (yo utilicé marca Hacendado, la caja roja que lleva pepitas de chocolate)
260 gr. de harina
150 gr. de azúcar (100 gr. de azúcar moreno + 50 gr. de azúcar de vainilla)
1 medio sobre de levadura
Una pizca de sal
2 huevos
150 ml. de aceite virgen extra


Elaboración:
Primero batimos los dos huevos, el azúcar, la sal y el aceite hasta que esté todo bien integrado. Siempre con una cuchara de madera o con una lengua o espátula. A continuación añadimos el muesli, la harina y la levadura mezclando todos los ingredientes hasta que se hayan unido por completo y no queden grumos de harina sin deshacer. Se formará una pasta que podemos empezar a colocar en una bandeja con papel de horno formando montoncitos que aplastaremos y daremos forma redonda o como en mi caso, que la masa resultante repose en el frigorífico entre 2 y 4 horas. El muesli se ablandará un poco por la humedad de la masa pero una vez que estén cocidas las galletas quedan más jugosas. Su textura interior me recuerda a la del brownie o a esas masas que aún les falta un pelín para estar en su punto. A mí personalmente me vuelve loco esta textura.

Una vez que las tengamos ya posicionadas en la bandeja introducimos las galletas en el horno hasta que veamos que empiezan a ponerse doradas por los bordes. Éste es el momento exacto en el que hay que sacarlas y dejarlas enfriar sobre una rejilla. Mientras enfrían irán cogiendo más consistencia e irán endureciéndose. Estas galletas no llegan a estar totalmente crujientes pero es esa particularidad por la que a mí me han gustado bastante. De hecho durante esta semana no han faltado dos galletas durante mis desayunos.