Durante siglos nos han
estado comiendo la cabeza e intentando adoctrinar diciéndonos que las
debilidades son malas para el cuerpo y especialmente para la mente. Nos han
hecho creer que las debilidades son equiparables a los pecados como la lujuria,
la avaricia o la gula. Mi pecado favorito es la gula. Simplemente ya el
sustantivo lo aduro cuando me llena la boca al pronunciarlo.
Pero ya va siendo hora de
que alguien ponga las cartas sobre la mesa y que diga las cosas bien claras. Por
un lado, los pecados no dejan de ser pecado. Estos hacen a las personas
débiles, que es muy diferente a que una debilidad acabe en pecado. Porque una
debilidad no está obligada a acabar en pecado. Y aquí llegamos a la cara B del
asunto. Un poco de debilidad no hace mal a nadie. Por ejemplo, imaginemos que
entramos en una habitación toda de blanco donde justo en el dentro hay una mesa
con un mantel también blanco. Sobre esta mesa no encontramos un plato, también
blando, con unas galletas doradas por el centro con los bordes marroncitos apiladas
unas sobre otras haciendo una pirámide. Y claro…, nuestra debilidad son las
galletas… El autocontrol consiste con llegar a conseguirse comer tres o cuatro
de estas galletas. No más. La gula consistiría en perder ese autocontrol y
acabar con el plato vacío, con sus terribles estomacales consecuencias.
Lo que vengo a decir
claramente con toda esta parrafada es que podemos comer cualquier cosa pero con
su justa medida. Este concepto puede ser extrapolado a cualquier dichosa dieta
de adelgazamiento que lo único verdaderamente que hacen es frustrar a todo el
personal aquí presente.
¿Y qué es lo que os
traigo hoy? Pues ¡¡GALLETAS!! Éstas son unas galletas de mantequilla con un
ligero aroma y sabor a cítricos. Son espectaculares y llegan a durar bastante
tiempo si las conservamos en un envase hermético.
Ingredientes:
200gr. de harina
¼ de cucharadita de
levadura
Una pizca de bicarbonato
sódico
¼ de cucharadita de sal
115gr. de mantequilla a
temperatura ambiente
1 huevo (L)
100gr. de azúcar blanco
100gr. de azúcar moreno
1 cucharada de zumo de
limón o lima
Ralladura de un limón o
lima
Azúcar glasé
Elaboración:
Comenzamos batiendo la
mantequilla con los dos tipos de azúcar. Después se añade el huevo, el zumo del
limón o la lima y la ralladura de los cítricos y seguimos batiendo hasta que
esté todos los ingredientes bien mezclados. A continuación incorporamos la
harina, la levadura, el bicarbonato y la sal a la mezcla anterior tamizándolos.
Volvemos a mezclar todo hasta que consigamos una masa homogénea y pegajosa.
Una vez hecha la masa la
tapamos y la dejamos reposar y enfriar en la nevera entre 30 y 60 minutos. Cuando
haya transcurrido el tiempo sacamos la masa y hacemos bolitas. Para ellos nos
ayudaremos del azúcar glasé para que no se nos quede todo pegado a las manos. Vamos
colocando las bolitas en una bandeja cubierta con papel de horno y dejando
varios centímetros de separación entre ellas ya que cuando estén en el horno se
expandirán hacia los lados.
Teniendo ya precalentado
el horno a 180ºC introducimos las bandejas en éste y las cocinamos hasta que
veamos cogen un color dorado (un 10 minutos). No os asustéis si al tocarlas
notáis que están blandas. Una vez que se enfríen se endurecerán y quedarán
crujientes.
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