lunes, 17 de febrero de 2014

Para todos

Hace unas semanas, y con su permiso, a un amigo le diagnosticaron alergia a los frutos secos. Toda la vida llevaba comiéndolos pero de repente un día al ingerirlos le provocó una reacción alérgica bastante severa. Así, por sorpresa. Su pareja me preguntó en una conversación por alguna receta dulce que no llevase frutos secos. Yo le contesté que había muchas recetas que no los llevaban pero siempre que pensaba en algo que no contuviese frutos secos se me venía a la cabeza la fruta. Creo que ya lo escribí en alguna entrada anterior, pero yo no soy un entusiasmado de la fruta cocinada. Excepto de una, la manzana. La típica tarta de manzana americana o más conocida como “Apple Pie” me entusiasma. Aunque he de reconocer que más que por la fruta es por la pasta crujiente que la envuelve.


Ingredientes:

Para la masa:
200gr. de mantequilla fría
400grs. de harina
Una pizca de sal
2 cucharadas de agua fría

Relleno:
4 manzanas golden o reinetas
4 cucharadas de azúcar moreno
Una vaina de vainilla
1 cucharada de canela
4 ó 5 cuadraditos de mantequilla

Elaboración:
Debemos de comenzar con la masa y para ello mezclamos la harina con la sal y le añadimos la mantequilla fría partida en dados. No debemos amasar, sino intentar desmenuzar la mantequilla con la harina para formar granitos, como si fuese arena. Se tarda un poco en conseguirlo. Cuando lo tengamos listo añadimos las cucharadas de agua fría y apastamos para juntar todos los granos. Hay que tener en cuenta que no debemos amasar para que la mantequilla no se derrita con el calor de las manos por lo que una vez que esté todo bien compacto lo dejamos reposar en la nevera y liado con un film transparente en la nevera como mínimo 30 minutos.

Para ponernos manos a la obra con el relleno, debemos de pelar, descorazonar y partir en lonchas finas la manzana (como en gajos). Después añadimos el azúcar, la canela y las semillas de la vainilla que tendremos que sacar con un cuchillo. Lo mezclamos todo con la mano y lo dejamos repasar todo un buen rato para que los sabores se mezclen y la manzana expulse algo del exceso de agua que contiene.

Una vez transcurrido el tiempo sacamos la masa, la dividimos en dos y la estiramos en forma circular para adaptarla a nuestro molde. Ponemos la base que tendrá un espesor de no más de 1 centímetro, colocamos las manzanas desechando el jugo que habrá soltado, repartimos los 4 ó 5 dados de mantequilla entre las manzanas y lo tapamos con la otra mitad de la masa. Cerramos bien los bordes y pintamos con huevo. Aquí llega el punto de dejar suelta la creatividad. Yo lo decoré con cuadros simulando un tablero de ajedrez.
Con el horno precalentado, introducimos la tarta a 180Cº unos 40 minutos. Aunque yo me guío más por el aspecto que va cogiendo, hasta coger un color dorado uniforme.


*Nota: Déjala al menos atemperar porque quema mucho recién salida del horno.

domingo, 2 de febrero de 2014

¿Rutinas? No, gracias

La rutina puede llegar a convertirse en un infierno para propios y extraños. Es por eso por lo que las pequeñas cosas cobran más importancia y son éstas las que hacen que la diferencia se encuentre en los mínimos detalles. Con la cocina pasa igual. Una misma receta elaborada muy asiduamente puede llegar a aborrecerse. Y es que eso no debemos dejar pase por ninguna circunstancia.

Así, me encontraba yo dispuesto a hacer el típico bizcocho casero para acompañar al café con leche de los desayunos cuando fui a echar mano de un limón para raspar su corteza y añadirlo a la masa. Pensé que en realidad no me apetecía hacer de nuevo el mismo. Quería variar en algo. Entonces me puse a mirar por toda la cocina en búsqueda de algún ingrediente que pudiese añadir al bizcocho. Y la solución se abrió cuando al mirar en un armario encontré una bolsa de anís verde que había sobrado de la última vez que hicimos embutidos en casa. El anís verte tiene un sabor…, pues a eso, a anís y seguro que le debía de quedar bien. O al menos eso pensé yo

.

Mientras el bizcocho se cocía en el horno no desprendía ningún olor a anís y tampoco cuando lo saqué para que se enfriase. En cambio, al cortarlo y probarlo su sabor era notable pero suave y delicado. El resultado me pareció espectacular.

Era un bizcocho con el doble de ingredientes y sólo duró 4 mañanas. Bueno…, cuatro mañanas, cuatro tardes y cuatro noches. Siempre había un momento para coger un trozo.

Ingredientes (para un bizcocho grande):
2 yogures naturales
2 medidas de yogur de aceite de oliva
4 medidas de yogur de azúcar
6 medidas de yogur de harina
6 huevos
2 ó 3 cucharadas de anís verde (depende del gusto de cada uno, y también se puede llamar anís en semilla, matalauva o matalahúga)
2 sobres de levadura

Elaboración:
En un bol vertemos los yogures, el aceite, el azúcar y los huevos y lo batimos todo bien hasta que se haya mezclado todo bien. Después añadimos la harina y volvemos a mezclar hasta que obtengamos una masa no muy espesa. Por último queda añadir el anís.


Introducimos la mezcla en un molde que previamente debe de estar untado de mantequilla y enharinado para evitar que se pegue y sea más fácil desmoldar el bizcocho una vez que se haya enfriado. Metemos el bizcocho en el horno que  ya ha sido precalentado a 200ºC y lo bajamos a 180ºC. Lo cocemos hasta que al pincharlo con un palo o un cuchillo éste salga limpio.